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En esta ruta podremos observar buena parte del tramo medio-alto del río Manzanares, sus meandros, puentes o antiguos molinos y batanes mientras nos internarnos en una gran extensión de dehesa, que llega hasta el mítico Pardo, uno de los pulmones verdes más importantes de la ciudad de Madrid.
Es una ruta sencilla, sin ninguna dificultad técnica pero un poco larga para los excursionistas menos acostumbrados a caminar. Los días de mucha lluvia o cuando los ríos van crecidos, es mejor no realizar esta ruta, o variar su recorrido, pues en un punto deberemos cruzar un arroyo que puede ponérnoslo difícil si baja mucha agua.
Prado Grajal – Puente de la Marmota
La ruta comienza en el Prado Grajal en la carretera M-618 que une Colmenar Viejo y Hoyo de Manzanares, hay espacio de sobra para aparcar el coche. Comenzamos caminando por una pista dirección sur que se va internando en la Dehesa del Beneficio, donde encinas, enebros y jaras crecen rodeadas de romeros, tomillos y cantuesos y en donde veremos multitud de vacas pastando libremente.
Esta pista desciende de forma continua y en línea recta algo más de 2,5 km hasta llegar a un desvío a la izquierda, donde cogeremos un camino que nos llevará a una nueva pista, por la que seguiremos descendiendo, describiendo grandes curvas, aproximadamente otros 2 km. Desde una de estas curvas tendremos unas fantásticas vistas del monte del Pardo, el embalse que represa las aguas del Manzanares y de la cercana ciudad de Madrid.
Enseguida llegaremos a una bifurcación donde cogeremos el sendero de la izquierda, estrecho y en descenso que atraviesa una zona donde podremos encontrar musgos, líquenes y ombligos de venus creciendo entre las rocas graníticas. Al final del sendero ya tendremos vistas al Puente de la Marmota sobre el río Manzanares, antes de que éste penetre en el Pardo y se remanse en un embalse rodeado de encinas.
Puente de la Marmota – Molino de Cerro Negro
Desde el puente de la Marmota comienza el ascenso, para ello debemos proseguir por el camino empedrado, primero siguiendo el camino marcado y después recto, por un estrecho sendero por el que continuaremos buena parte de nuestra excursión. No hay pérdida posible, pues siempre tendremos el río a nuestra izquierda y lo iremos remontando paso a paso.
En este recorrido, cruzaremos el pequeño arroyo de Cerro Negro que en muchas épocas del año posiblemente apenas lleve agua o incluso este seco. Avanzando tan sólo unos metros, nos encontraremos con las ruinas de un antiguo molino hidráulico.
Molino de Cerro Negro – Arroyo Navarrosillo
En este tramo, continuaremos ascendiendo el río Manzanares. No debemos de perder la oportunidad de observar a los pinzones que sin duda volaran a nuestro paso, o a los numerosos buitres que contemplaremos en lo alto del cielo. Si miramos hacia abajo, es posible que en el suelo también encontremos alguna sorpresa, como las estrellas de tierra, muy abundantes por la zona.
Llegados a un punto, obtendremos una bella panorámica de un meandro que el Manzanares dibuja en su ribera, junto a las cercanías de una antigua mina de cobre abandonada. La Mina de San Marcelino, de la que ya tan sólo queda una antigua entrada cubierta por un denso zarzal.
Aunque debemos dirigirnos hacia el río, merece la pena ascender un poco más para observar un curioso enebro que crece literalmente prisionero en el interior de un bloque de granito.
Una vez contemplado este prodigioso ejemplar, bajaremos a la orilla del Manzanares, para cruzar con cuidado el Arroyo Navarosillo. Si baja demasiado tempestuoso deberemos dirigirnos curso arriba para intentar atravesar por una zona más fácil y que nos libre de una buena mojadura. Por eso conviene no realizar esta ruta en días de crecida o lluvias copiosas, pues lo que normalmente baja medio seco, puede convertirse en toda una aventura de aguas bravas.
Arroyo Navarrosillo – Puente del Grajal - Inicio
Salvado este obstáculo, emprendemos la recta final de nuestra ruta.
Ascenderemos fuertemente por las laderas del arroyo hasta alcanzar el Canal de Santillana por el que seguiremos Manzanares arriba, dejando atrás las ruinas de un antiguo batán en el que antaño se tupian lanas y otros tejidos, para llegar al Puente del Grajal, ubicado junto al nuevo puente que cruza la carretera.
Ya cerca del inicio, deberemos recorrer este último tramo por la carretera o por los numerosos senderos que discurren paralelos a ella y que nos llevarán en poco tiempo al punto de inicio.