Las hayas del Bodón

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Datos básicos

6.4 Km
Baja
1.75 h
Circular
recomendada para niños

Descripción del recorrido

Formando parte de la denominada “Ruta de las Cumbres”, que une Lugueros (en el río Curueño) con Canseco (en el río Torío), se puede disfrutar de este atractivo paseo que, partiendo de la localidad de Llamazares, culmina en la bella localidad de Redilluera, atravesando fragmentos de uno de los hayedos mejor conservados de la provincia “Las Hayas del Bodón”.

La ruta se encuentra enmarcada en la reserva de la biosfera de Los Argüellos, un ejemplo representativo de ecosistema de la cordillera Cantábrica, donde la comunión histórica entre lo humano y lo natural mantiene un equilibrio de siglos.

Llamazares – Ladera del Bodón

La ruta parte de la localidad de Llamazares, cruzando el río por el camino de acceso al cementerio. A partir de aquí, comienza una senda cómoda en ascenso, que encara la ladera del majestuoso pico Bodón. El camino asciende escoltado por un pinar de repoblación a través del conocido como “Canto de la Plana” hasta una encrucijada. Siguiendo hacia arriba, se encara una de las vías de ascenso al Bodón, pero nosotros giraremos a la derecha, haciendo una primera aproximación a las hayas.
Como todo bosque de hayas, la época más recomendable para disfrutar esta ruta es el otoño, por el maravilloso cromatismo que adquiere la zona, de doradas hayas, ocres pastos, y verdes pinos, con la caliza brillante, rojiza al atardecer.

El camino prosigue descubierto a tramos, asomándose a diversos collados, salpicados por arbustos variados, y donde no es difícil ver cruzar algún corzo.

Carrozal

Avanzamos hacia el oeste, sin pérdida, por la zona llamada Carrozal, cabecera del reguero del mismo nombre, que inmediatamente más abajo atravesará el pueblo de Redilluera.

En esta zona, bajo la protección del Cueto Cabañas (al que los lugareños prefieren referirse como Peña Carrozal), podemos disfrutar de toda la majestuosidad de un hayedo perfectamente conservado, donde merece la pena ralentizar el paso para exprimir las sensaciones. Es un hayedo maduro, donde se puede observar el ciclo de vida de las hayas, con numerosos árboles tumbados por la edad, cubiertos de musgo y ricos en hongos, con una persistente gruesa capa de hojas caídas acumuladas, y algunos afloramientos calizos muy llamativos.
Varias surgencias acompañan el camino, si bien en verano apenas discurren unas gotas, aunque lo suficiente para mantener la humedad de la ladera y facilitar el crecimiento de especies propias de estos ambientes. Esa misma humedad en el camino permite casi siempre observar algunas huellas, por ejemplo de corzos, frecuentes por la zona.

Redilluera

Atravesado el hayedo, comienza un fácil descenso paralelo al arroyo Valdiforno, que nos conducirá hasta el mismo pueblo de Redilluera. Sus estrechas callejas y sus piedras antiguas, con blasones de finales del S.XIX, nos acompañarán hasta el corazón del pueblo, un bello rincón empedrado con un puente en el que descansar contemplando el río, el Bodón al fondo, y los característicos monolitos de piedra que a modo de centinelas guardan el valle.

La vuelta desde Redilluera se hará por carretera, fácil y cuesta abajo, dejando en primer término a la derecha el prado llamado de “Las Linares”.

Este prado debe su nombre a que en tiempos debió florecer el lino como ahora lo hace en algunas escasas praderas, más altas. Cuenta la leyenda que este prado, extraordinariamente llano respecto al entorno, debe su horizontalidad (única en toda el área), a las continuas batallas allí acaecidas, entre la caballería colonizadora y la recia defensa montañesa.


Tras apenas un kilómetro y medio de camino asfaltado, disfrutando del entorno, estaremos de vuelta en el inicio de la ruta.